“Tú vienes contra mí con espada, lanza y jabalina, pero yo voy contra ti en nombre del Señor Todopoderoso, el Dios de los ejércitos…”
1 Samuel 17:45
El pueblo de Israel tuvo muchos y poderosos enemigos; pero sucedía algo interesante… Cuando el pueblo vivía en fidelidad al Señor, las victorias eran ganadas… cuando desobedecían y se apartaban las batallas no eran exitosas. Indiferentemente si ganamos o perdemos, las batallas generan desgaste, mental, físico y espiritual.
Es lindo leer lo que Salomón dice: “Sin embargo, ahora el Señor mi Dios me ha dado paz en todo el territorio; no tengo enemigos, y todo marcha bien” (NVV).
Si nos hemos agotado, y ya no podemos más, este es el tiempo de Dios para decirnos: ¡CALMA! Dejemos que la paz de Dios corra por nuestra vida, permitamos que el renueve las fuerzas y nos deje sentir su amor. No importa cuantas batallas hayamos ganado o perdido, es tiempo de darnos cuenta que Dios está esperando por nosotros, el sabe que necesitamos recargar las esfuerzas.
Recuerda:
No te rindas, no tires la toalla, después de la tormenta saldrá el sol y como dice un sabio compositor: Dios permite las tormentas siempre para bendecir. Si la fuente se ha secado, si ya no sabes por donde ir, solo ten calma y corre a los pies de Papá.
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