"En mi angustia invoqué a Jehová, y clamé a mi Dios; él oyó mi voz desde su templo, y mi clamor llegó a sus oídos." 2 Samuel 22:7
En los momentos de mayor angustia y desesperación, Dios no está distante ni desatento. Este versículo nos recuerda que cuando clamamos a Él, nuestra voz es escuchada. No importa cuán grande sea la tormenta, nuestro clamor llega a los oídos de Dios.
David, quien escribió estas palabras, experimentó grandes pruebas, pero siempre supo que su socorro venía del Señor. Hoy, tú también puedes acercarte a Dios con confianza, sabiendo que Él está atento a tus necesidades y te escucha cuando clamas.
Recuerda:
Dios está presente en cada circunstancia y siempre escucha el clamor sincero de sus hijos.
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