“Por lo tanto, sean ustedes sinceros con el Señor nuestro Dios, y cumplan sus leyes y obedezcan sus mandamientos como en este día”
1 Reyes 8:61
Se cuenta que allá por la lejana época renacentista en España (Siglo XV y Siglo XVI), cuando un escultor daba un golpe equivocado a su obra, tapaba el error con un poco de cera. Obviamente, esto se consideraba una falta de talento del artista y la escultura perdía pureza. Por tanto, aquella estatua que no tuviera remiendos, es decir, “sin cera”, sería una estatua pura y perfecta. Se cree que a partir de este supuesto uso, se formaría el adjetivo SINCERO o SINCERA.
Que importante es la SINCERIDAD, una persona sincera es aquella que está LI-
BRE DE FINGIR o de APARENTAR. Si Dios ya perdonó nuestros pecados y nos da la oportunidad de ser sus hijos, lo menos que podemos hacer es librar cada día la batalla por apartar de nuestro camino la hipocresía, la apariencia y la falsedad.
Al Señor no le podemos ocultar nada, conoce nuestro corazón y como nuestro creador está deseoso por hacernos PERFECTOS, Él no necesita colocar cera para tapar nuestras imperfecciones. La sangre de Jesús no solamente cubre y perdona nuestros pecados, sana nuestras enfermedades... Sino que también nos abre la puerta para que el Padre nos haga una NUEVA CRIATURA.
Dios no quiere seguidores que aparenten ser hijos, no desea hijos que aparenten ser perfectos, ANHELA hijos, que estén apasionados por obedecer y atender sus mandatos.
Recuerda:
Practica la SINCERIDAD, es fundamental.
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