“Tú, Señor, eres Dios, y tus palabras son verdaderas, y has prometido a tu siervo tanta bondad”
2 Samuel 7:28
El salmista encontró el descanso que necesitaba, ese bálsamo que se ubica solamente en la presencia de Dios... Y es que esta declaración contiene confianza, fe y humildad.
Cuando creemos que Dios tiene el control de nuestra vida ponemos en práctica la confianza, sabemos que Él tendrá cuidado de nosotros, aunque hoy la situación parezca oscura.
La fe, funciona porque sabemos que el Señor cumplirá cada una de las promesas de bendición que nos ha hecho, aunque ahora parezca que vamos solos por la vida y todo apunte de que nada nos salvará, Dios cumplirá sus palabras.
Por otro lado la humildad es un ingrediente importantísimo, el salmista reconoce que su papel es de siervo; a menudo creemos que Dios es el genio de la lámpara mágica que está para complacer nuestros caprichos, lo cual es un punto de vista muy errado; el Señor es el Todopoderoso, Él no recibe ordenes de humanos o ¿has visto en algún momento que la servidumbre ordene que hacer al Rey? Por ello la mejor forma de recordar las promesas que Dios ha dicho es agradeciendo, decirle: “Papá, tú que eres el Gran yo soy, cumplirás todas las palabras que has dado ha este siervo tuyo, creo en ti, confío en tus obras, no temeré”.
Recuerda:
La bondad de Dios se quiere mostrar en tu vida, todos los días.
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