“Señor mío, ¡qué grandeza la tuya! Porque no hay nadie como tú, ni existe otro dios aparte de ti…”
2 Samuel 7:22
Nosotros contamos con la bendición de Papá los siete días de la semana y los
trescientos sesenta y cinco días del año.
Muchas veces hacemos que nuestra boca confiese más cosas negativas que positivas, más mentiras que verdades, más maldiciones que bendiciones... El reto para nosotros en este día es que hablemos palabras que exalten el nombre de nuestro Dios. Dejemos de quejarnos, levantémonos y caminemos tomados de la mano del Señor.
Puede que hoy sintamos que pasamos por un desierto, que la soledad se ha adueñado de nosotros y no encontramos satisfacción lejos de la presencia de Dios. Un buen comienzo es disponer nuestro corazón y dejar que nuestra boca lo declare:
Señor mío, ¡qué grandeza la tuya! Porque no hay nadie como tú, ni existe otro dios aparte de ti… Recordemos, David decía: ¿Qué viste en mi? Eso lo motivaba a tener gratitud en su corazón, es tiempo de levantarnos y agradecer...
Recuerda:
No declares más negativamente, que tu boca solo hable palabra de bien.
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