“Tú, Señor, eres mi luz; tú, Dios mío, alumbras mi oscuridad”
2 Samuel 22:29
No se como era tu vida antes de encontrarte con el Señor, pero puedo decirte que mi vida estaba llena de oscuridad. Cuando Jesús vino, comenzó a llenarme de luz; conforme yo fui permitiendo que Él trabajara en mi vida, la oscuridad empezó a desaparecer. Ahora puedo ver para atrás y darme cuenta de todo el proceso que Dios ha hecho en mi vida, como Él fue transformando y dándome una nueva perspectiva. Realmente ese proceso no termina aún, cada día continúa; es allí donde necesito la luz de Dios alumbrándome, para que la oscuridad no vuelva a tener cabida.
Todos tenemos una historia de como Dios ha ido transformando y trabajando en nuestra vida, pero hay algo que se vuelve un común denominador... No importa el proceso, todos necesitamos que Jesús alumbre dentro de nosotros. Porque no importa que tan densa sea, ninguna oscuridad puede permanecer en donde hay una potente luz.
Puede que hayamos dejado que la luz de Dios se apagara en nuestra vida, hoy es un buen día para retomar el camino, la luz acaba con las tinieblas. Mucho hablamos de ser luz en medio de la oscuridad, de ser promotores de una generación diferente... Pero eso es imposible, si antes la luz de Jesús no habita en nuestro corazón.
Recuerda:
Permite y vive diciendo: “Tú, Señor, eres mi luz; tú, Dios mío, alumbras mi oscuridad”.
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